domingo, 31 de enero de 2021

Día 31: Memoria


POR MAURICIO RÀIZ

 

Memoria

 

La fragilidad era un concepto que nunca había formado parte de la existencia de Luna. No es que ella cayera en el estereotipo de una mujer dura y soberbia, si no que se hacía bastante difícil para el resto el remecer sus emociones.

    Desde pequeña las asperezas la habían pulido al punto de ser inquebrantable y ya al final de su vida poco le quedaba por lamentar. Su descendencia y la descendencia de sus viejos amigos ya lloraban su inminente muerte. Sería recordada por todos como aquella que había desatado la revolución carmesí, la que trajo la justicia y la equidad a una nación podrida desde sus cimientos. Mas para ella ese título nunca le había significado algo, era lo que debía hacer.

    No había nadie en su hogar en aquel momento, su hijo menor, que era el que la cuidaba, había salido a comprar pan a un negocio cercano. De pronto despertó de su letargo que llevaba semanas presente, una extraña fuerza se apoderó de su cuerpo y le dejó levantarse. Observó sus manos. No recordaba que estuvieran tan arrugadas ¿en qué momento había pasado si ayer era solo una niña? Fue hasta un armario abandonado en la planta baja de su casa y comenzó a hurgar entre todos los objetos ahí olvidados, hasta que dio con lo que buscaba. Era un secreto para ella, ni su esposo ahora fallecido había sabido el origen de esa pierna ortopédica de moderada calidad. La observó detenidamente y con lágrimas en los ojos. Había muchas memorias que se habían resquebrajado, otras que se habían roto y algunas que permanecían en lugares sin retorno producto de su enfermedad, pero a pesar de aquello esa persona que la había acompañado en su juventud nunca había sido alejada de ella. Volvió a envolver la prótesis en su paño y la llevó consigo hasta su cama, aunque olvidó totalmente el desastre que había dejado para encontrarla. Tomó un último vaso de agua, se recostó junto al objeto envuelto y pensó:

—No me arrepiento de nada, amigo mío.

    Había cumplido su promesa, había reconstruido a la sociedad en homenaje a él, pero por sobre eso había logrado reconstruir algo mucho más complejo, su propia vida.

 

sábado, 30 de enero de 2021

Día 30: Profesor/Profesora


Por Sina de la Fiol

Los días pasaban, la monotonía nos estaba carcomiendo hasta que a la señorita Agatha se le ocurrió enseñarnos a todos su oficio. Cada miércoles aprendíamos de prótesis, de metales, uniones y engranes. A eso se le unió Elisa quien comenzó con clases de cocina en donde Eduardo fue el alumno estrella, llegando incluso a transformarse en el cocinero oficial. Por mi parte no era mucho lo que podía enseñar sin un barco, pero me defendí con la interpretación de las nubes y otros factores climáticos. Así nos fuimos transformando en profesores y alumnos. La casa comenzó a ser un aula y poco a poco quienes estaban aún vivos, los sobrevivientes del sector comenzaron a acercarse. Tratamos de normalizar la vida, tratamos de retomar lo que se nos había arrebatado y prontamente contábamos con una rutina que nos hacía soñar con lo que ya no estaba.

Era evidente que tenía mucho que aprender aún, pero sentía que lo que debían enseñarme no estaba en tierra firme, y finalmente el mar me llamaba con su canto de sirena. Extrañaba la sal en el rostro, el vaivén de las olas y a mi tripulación.  Sin darme cuenta llegué a mi amado puerto, mis manos acariciaban las cuerdas de los botes que aún se encontraban atracados. El sonido de las gaviotas me recibía, alegres graznaban mientras el mar movía rítmicamente las lanchas.

Volví a la casa renovado y el resto de la tarde me pareció que flotaba en el aire. Habían hecho un pie de limón delicioso y a pesar de que no me gustan las cosas dulces, lo comí animado.

-Hoy se ve diferente, Capitán- Agatha me hizo aterrizar de mis pensamientos – Hice un paseo hasta el puerto, me hizo recordar en lo que soy bueno – eran tantas las emociones – Me hizo sentir como pez fuera del agua, me hizo querer volver al mar- La mano de la señorita Martínez se posó en mi hombro – Lamento que esté atascado con nosotros – Me dijo genuinamente – No es eso, es que estaba acostumbrado a otra vida y siento que ya no la podré recuperar- Miré el suelo intentando encontrar la respuesta a una pregunta que no me animaba a hacer- ¿Y si nos embarcamos nuevamente? Yo lo acompañaría en una nueva aventura, y estoy segura que otros de los vecinos también, seríamos su tripulación – Era un encanto que tratara de hacerme sentir mejor – Lo tendré presente, muchas gracias Señorita- Dije levantándome de la silla, me sentía agotado y quería descansar- Es Agatha, hemos pasado mucho para que siga llamándome con tanta formalidad- Sonreí -  Muy bien Agatha, siempre que me digas por mi nombre, a no ser que aún no lo sepas – Sus mejillas se ruborizaron – Es Lucian – Dije antes de salir de la habitación. Había sido un día extraño y melancólico y sólo quería cerrar los ojos.


Continuará

 

viernes, 29 de enero de 2021

Día 29: Muerte

 


Por Sina de la Fiol

La plaga de la que habían oído en Europa se había esparcido más rápido que cualquier cosa. La muerte había invadido al mundo. No supimos que pasó con nadie de la casa, no había tumbas tampoco ni nada que nos indicara el paradero de sus almas.

El capitán y Eduardo nos ayudaron a poner en marcha la casa nuevamente. Nos acompañaron al emporio y a otros negocios para abastecernos. Cuando pasamos en la calle escuchamos a otros en algunas casas, pero el miedo al contagio era mayor. Nadie salió a hablarnos, era como si sólo estuviéramos los 4 en el mundo y estuvo bien durante un par de semanas, hasta que alguien volvió del mundo de los muertos.

Comenzó en la tarde, estábamos en la pérgola tomando una limonada, escuchando cómo el Capitán nos señalaba que se acercaba la lluvia a pesar del calor. Mirábamos las nubes intentando leerlas como él lo hacía cuando escuchamos ruidos en la casa. Los muchachos se apresuraron dejándonos en la retaguardia, pero los seguimos de cerca. Después del incidente que tuvimos cuando llegamos no quería estar sola. Cuando vimos de quien se trataba quedamos estupefactas. – ¿Valenzuela? – El aludido se giró sobresaltado – Es Bernal, es su señora, está por tener a su bebé y pensé que el ajuar que había hecho tu madre podría servir – No era ni la mitad del hombre que habíamos dejado atrás, estaba delgado y ojeroso – Por favor, necesitamos ayuda – Sin pensarlo más Agatha asintió y comenzó a buscar las cosas de las que hablaba. Pronto nos encontramos en un carruaje camino a la casa de los Bernal, eso explicaba porqué Raúl estaba en la casona de los Valenzuela.

Escuchamos los gritos en cuanto llegamos, eran los gritos desesperados del trabajo de parto, recordé cuando ayudé a mi mamá con alguna de las chicas de la casa y comencé a dar órdenes de lo que sabía que necesitaría. Pronto nos encontramos con la señorita Martínez y la parturienta esperando que llegara una nueva vida a este quebrado mundo...


Continuará


jueves, 28 de enero de 2021

Día 28: Bomberos


Por MAURICIO RÀIZ

 

En aquel instante creyó que no pudo haber elegido un mejor trabajo. El fuego frente a sus ojos era una bestia caprichosa, llamativa y voraz. El hijo monstruoso de la avaricia de ciertas personas dispuestas a acabar con bosques y viviendas para construir sus propias estructuras. Era un fuego desbordante, pero no era más sorprendente que aquel que vendría después.

    Había fuegos dispuestos a consumir la triste ilusión de propiedad que poseían los más humildes; había otros, que por su lado le recordaban la brutalidad de la guerra y sus mentiras. Había también fuegos eruditos, provistos de llamas que traían consigo conocimiento y avances maravillosos. Y así la lista se extendía a muchas más variantes. Pero existía cierta clase de fuego único en su tipo, que era el que despertaba mayormente su interés. Estaba ahí para estudiar, para entender la diferencia entre un fuego desolador y uno esperanzador, para descartar los fuegos inútiles que no le ayudarían a cumplir su promesa.

    Luego de apagar cada llama del pequeño hogar, se quedó mirando a la familia, los vio abrazarse. Sintió pesar por ellos, aunque la calmó ver toda la ayuda que les había llegado apenas iniciado el incendio. Era muy diferente a su situación, hace cinco años había perdido a su único compañero en la vida, el único que la había ayudado realmente. No le quedaba nadie, el amor tras esto se había alejado de su corazón y su objetivo se había focalizado completamente. Por fortuna los contactos que había logrado en sus labores estaban totalmente dispuestos a ayudarle a concretar el castigo que tenía jurado para todos aquellos culpables de su desgracia. Todo apuntaba a que resultaría.

    Tenía el conocimiento suficiente para formar la primera chispa que acabaría con todo lo que odiaba y sus compañeros se mostraban de acuerdo, expectantes. No harían nada para combatirlo.

    Nadie ayudaría a los que por tanto tiempo se habían aprovechado de la total sumisión de todos aquellos que tenían poco y nada que perder. Gracias a sus dedicadas observaciones, el fuego purificador de la revolución que iba a iniciar sería incontrolable, sería perfecto. 

 

miércoles, 27 de enero de 2021

Dia 27: Caballos


Por Sina de la Fiol

Escuché los caballos, nunca me había sentido más feliz de sentir las herraduras chocando en los adoquines. Se notó que él también los sintió porque de inmediato se levantó de la cama y se asomó por la ventana. -Rayos- Pude escuchar que espetaba mientras se colocaba pantalones y se acercaba a abrir la puerta central -Caballeros, ¿en qué puedo ayudarlos? – comencé a mover mis manos intentando zafarme de la silla, pero era inútil…como pude comencé a acercarme a la cama para intentar desamarrar a la señorita cuando los escuché, eran ellos, Eduardo y el Capitán – Sabemos que están acá, no venimos a rescatarlas, venimos a unirnos a ti. No creo que hayan muchas mujeres disponibles y podemos hacer turnos- No podía creerlo, seguí avanzando, desesperada por lo que se veía. – Tranquilo, nos iremos ahora, sólo queríamos que consideraras compartir- Escuché como se cerraba la puerta nuevamente y cómo los caballos se alejaban nuevamente. En mi desesperación por llegar a Agatha mi silla trastabilló haciéndome caer. Mi cabeza golpeó de costado contra el suelo. Lo sentí correr, subir la escalera desesperado – No, no, no- Con una fuerza tremenda agarró la silla y la puso derecha – Ya llegará tu turno, me gusta que estés ansiosa – Su mano acarició su entrepierna- Pero voy a comenzar por el plato fuerte, ya sabes que uno pocas veces tiene la oportunidad de tirarse a los de su clase – Las lágrimas comenzaron a humedecer mis mejillas. Lo veía acercarse a la señorita, me sentía inútil. De pronto los vi, en la puerta asomados como una silueta fantasmagórica. Fui a gritar, pero me hicieron un gesto que interpreté como ayuda, por lo mismo decidí distraerlo para que no los viera – Eres asqueroso, nunca nadie puso sus ojos en ti y ahora no es la excepción, lo harás con una mujer inconsciente porque sabes que te despreciaría si estuviera despierta- Lo había conseguido, se acercó rápidamente a mi y me abofeteó tan fuerte que mi oído se taponeó. Iba a golpearme por segunda vez cuando el Capitán tomó si mano impidiéndole el camino. Lo giró para enterrarle de frente una daga. Eduardo se me acercó y comenzó a desamarrarme, en cuanto estuve libre lo abracé. El capitán fue a revisar a la señorita que seguía inconsciente. En cuanto a Raúl, mientras agonizaba en el suelo no dejó de repetir la palabra madre

-Eduardo, ayúdame a sacar a este rufián de acá- El chico asintió y tras envolverlo en un edredón lo sacaron de la habitación. Me acerqué a Agatha quien seguía en un apacible sueño. Vi la mancha en el suelo y pensé en limpiarla, saqué la funda de una almohada y comencé a tallar el piso, no quería que viera la mancha de sangre cuando despertara. De pronto sentí otras manos tras de mí, eran las de Eduardo quien tiernamente me levantó -Deja eso…cambiaremos a la señorita Martínez a otra habitación y esta la cerraremos…deja eso, no tienes que limpiar- Lo que sucedió a continuación sigue confuso, recuerdo que me levantó en brazos, recuerdo que me cobijó en una cama y lo recuerdo en un sillón, cantando una canción de cuna y recuerdo haber llorado hasta dormirme…


Continuará

 

martes, 26 de enero de 2021

Día 26: Espiritismo


Por Sina de la Fiol


Tras el reencuentro del Capitán Alex con quien nos estaba interceptando con sepa Dios que fin, cambiaron totalmente los planes. Con el fin de ayudarla a recordar quien era nuestro curso cambió drásticamente de vuelta a Valparaíso. Bajamos en la ladera del cerro Rocuant y nos despedimos de la pareja aérea. Nuestro capitán se acercó a nosotras en cuanto estuvimos en tierra firme – Eduardo está consiguiéndonos un carruaje para llevarlas a su domicilio. – Su mirada se veía tan triste – No soy muy bueno con las despedidas así que lo haré ahora – Su mano se extendió para tomar la de la señorita – Fue un placer hacer negocios con usted, señorita Martínez. Al menos mi carrera militar no terminó por la pierna – Dijo golpeando la prótesis – Sino por perder la nave – La sonrisa que intentó darnos el capitán fue un penoso intento de decirnos que no importaba lo que nos acababa de decir. Eduardo llegó pronto con un carruaje maravilloso, sin cochero. Se bajó y le susurró unas palabras al Capitán quien sólo asintió preocupado -Señoritas, me parece que su carruaje las espera- Dijo mientras abría la puerta y nos ayudaba a subir. El viaje a casa fue corto. Culpo a la ansiedad que tenía de ver a mi madre nuevamente. En cuanto llegamos a la casona supe que algo andaba mal. No habían luces encendidas ni porteros esperando en la puerta, sólo una gran X marcada con pintura roja en la puerta. Antes que pudiéramos decir algo Eduardo abrió la puerta. – No se bajen, iremos a investigar- Su tono serio no hizo más que preocuparnos – Algo no anda bien, nunca está tan silencioso…madre constantemente hace tertulias con sus amigas a esta hora y padre tiene sus reuniones de negocios en la oficina, las luces de ahí al menos deberían estar encendidas – Todo lo que me decía Agatha tenía sentido, cada palabra que decía nos demostraba que algo andaba mal.

El sonido de la puerta al abrirse nos asustó, era Raul, el mozo de cuadra de la familia vecina – No queda un alma ya. Todos a quienes conocí están muertos…la pandemia ha sido más dura de lo esperado- Se metió con nosotras y cerró la puerta. La señorita Agatha tomó mi mano – Comenzaron a caer como moscas, no perdonó clases sociales, no perdonó colores de piel…como moscas…he estado tan solo- su mirada se posó en nosotras, sus ojos eran como los de un animal que está por atacar a su presa – pero ya no estaré sólo…no con ustedes…arreglé la mansión de los Valenzuela y ahora vivo ahí- De pronto empecé a notarlo. Su ropa claramente no era de él, aparte de quedarle un poco estrecha se notaba en la calidad que le pertenecía a alguien superior. Sus manos tenían anillos dorados y su cuello estaba adornado por un pañuelo de seda verde. – Me pregunto con quién pasaré la noche primero…la empleada o la señorita. Podría dejar el plato fuerte para el final- Sus palabras amenazadoras me tenían aterrada, pero la señorita Agatha parecía indiferente- ¿Y piensas que te acompañaremos tranquilamente? - Dijo con la voz dura – Claro que no, para eso es este pañuelo- De la nada saltó sobre la señorita, traté de detenerlo pero pronto ella estaba dormida. Era mi turno, debía pedir ayuda pero era muy fuerte, pronto sentí la suave textura de la tela sobre mis labios y a pesar de intentar aguantar la respiración, pronto sentí un profundo sueño y mis ojos no pudieron hacer otra cosa que cerrarse.

-No mamá, no voy a casarme con ellas, sólo quiero divertirme un poco- Cuando comencé a despertar escuché que estaba hablando con alguien más, pero no lograba percibir la respuesta de su interlocutor – Si sigues con esa actitud, no voy a contarte más sobre mis planes- Cuando abrí los ojos lo vi sentado en una mesa pequeña, sobre ella había una de esas “tablas parlantes” que le decían, esas para hablar con los muertos. Sus manos bailaban rápidamente sobre ella. Moví suavemente las manos para darme cuenta de que estaba amarrada a una silla. Agatha estaba amarrada en una cama. Debía ser fuerte, debía ayudarla, pero mi mente estaba en blanco…

 Continuará

lunes, 25 de enero de 2021

Día 25: Corsaria

 


Por Sina de la Fiol


Los intercepté de inmediato, eran un blanco fácil, siempre lo son cuando se creen los dioses del aire. Subí a reclamar la nave como mía, un nuevo zeppelín a la colección. Entré con mi trabuco cargado, listo para disparar a cualquiera que se pasara de listo. Mi compañía organizó rápidamente a la tripulación, pronto estaban todos reunidos en la sala de navegación. -Fueron abordados por la gran Corsaria Media Cara- dije con la voz alta, mis chicos asintieron e hicieron ruiditos de alegría – ¿Lucía? – Quien parecía ser el capitán me miraba con los ojos como platos, odiaba que me miraran así, desde el accidente mi rostro se había desfigurado, se había derretido la mitad de él quedando como queso fundido, odiaba que se quedaran mirando las cicatrices- Vuelve a tu lugar o come pólvora – le respondí apuntándole con mi arma, pero no le importó. Sus ojos, había algo en ellos, algo que me recordaba algo que aún no sabía, era un sonido de fondo, eran risas de otra vida. Trastabillé, me sentía mareada – Lucía, pensé que habías muerto. Yo quise buscarte, pero mira- Dijo apuntando la parte izquierda de su cuerpo- Nos dieron a todos por muertos, por alguna razón me encontraron…. si hubiera pensado que estabas viva – Nuevamente se intentaba acercar, no podía reaccionar, uno de los chicos sacó su sable y lo detuvo. -Yo la conozco, viajamos juntos durante años, Lucía mírame- No pudo seguir hablando, mi segundo al mando le había golpeado el estómago dejándolo en el piso- No le faltes el respeto, es la Corsaria Media Cara- le espetó. Yo seguía sin poder reaccionar. Quería salir de ahí, pero debía terminar el abordaje. -Media Cara, ¿quieres que me haga cargo? – Me preguntó mi mano derecha- Sí, pero sin bajas esta vez, todos al calabozo, si no hay deja una de los camarotes para ello- Me di vuelta dándole la espalda a la situación, sentía como el tipo se arrastraba para acercarse a mí. El nombre Lucía seguía retumbando en mi cabeza, quebrando murallas que se habían formado, echando abajo paredes de olvido.

Continuará

Colaboración

 Seguimos recibiendo colaboraciones, hoy Diego Farías Cruz nos envía esta obra plástica en donde tres niñes ayudan a un capitán pirata a salvar personas que viajaban en un dirigible.

Nos encanta recibir colaboraciones, sobre todo cuando los más peques se animan.




domingo, 24 de enero de 2021

Día 24: Niño/Niña

Hoy viajamos en el tiempo hasta una época en donde aún podíamos reunirnos. Directamente del baúl de los recuerdos nos llega esta fotografía de la junta organizada por Steampunk Chile conmemorando las fiestas patrias. Primera junta de don Dante. 



 

Día 23: Policía


Por Andreä

Todas las mañanas al levantarse veía en el espejo la cicatriz cerca de su corazón, de una herida antaña que lo obligó a usar un corazón de metal. Era un recordatorio …..

Era una inspección de rutina, otro día más. Al ser tan joven, el menor de 3 hermanos, había entusiasmo en sus primeros días de agente de orden.

De vez en cuando recordaba que al ser el menor, en los juegos infantiles siempre fue a él al que le tocó fingir su muerte mientras sus hermanos celebraban ser lo vencedores. Parte del juego es que alguien debía perder.

Cuando la división aérea policiaca empezó a reclutar, vio la oportunidad de ser el quien ganara en la vida real.

El día que en que perdió su ojo izquierdo, fue una mañana más. Habían rumores que un grupo de rebeldes atacaría uno de los monumentos en honor al canciller. Como parte de la fuerza policial era parte de su trabajo proteger los símbolos que servían de recordatorio a la población de quien era su líder.

Los rumores eran ciertos, se veía a lo lejos una humareda de vapor, una aeronave se acercaba a toda velocidad preparando sus cañones.

La orden era clara, abordar la nave y evitar el ataque. Atraviesa su espada en aquel rebelde, pero el dolor consume su alma al ver en aquel hombre los ojos de su hermano, esta vez le había tocado a él perder el juego, pero ser el ganador dolía demasiado. Saca la espada y la clava en su pecho, ese día junto a su hermano quiso morir pero el destino quiso otra cosa, lo encontraron y reemplazaron el corazón por un órgano artificial.

Todas las mañanas al levantarse veía en el espejo la cicatriz cerca de su corazón, de una herida antaña que lo obligó a usar un corazón de metal. Era un recordatorio …..



 

viernes, 22 de enero de 2021

Día 22: Mundo onírico


Por Sina de la Fiol

Muchos señalan mi accidente y me tachan de afortunado, me dicen que el haber sobrevivido no solo a que chocara el Zeppelín sino a que se incendiara después era un verdadero milagro. Las noches que vinieron tras el accidente fueron 50 y 50…o tenía pesadillas reviviéndolo o soñaba un final alternativo, uno donde no había accidente, donde nos retirábamos a tiempo y podíamos vivir la vida que nos fue arrebatada.

Cada noche ansío poder acostarme a dormir, no porque las prótesis sean demasiado agotadoras, que lo son, sino porque es ahí cuando la veo de nuevo, no importa que tipo de sueño que sea. Si estamos en el accidente la veo ahí, me veo impotente rememorando cada cosa que salió mal, cómo lo último que le dije fue: será un aterrizaje algo turbulento, recuerdo la sonrisa que me dio en medio del miedo que tenía y cómo se fue a revisar nuevamente las maquinarias. Cuando es de los otros sueños estamos en mi vieja casa en Valparaíso, estamos mirando desde cerro Mariposas el ir y venir de los barcos, el ruido de la calle citadina. A veces tenemos hijos, a veces hemos envejecido juntos y otras simplemente continuamos desde un aterrizaje normal, caminando desde el aeropuerto hacia cualquier dirección turística, a veces le muestro aquellos lugares que dijimos que visitaríamos juntos y otras ella me enseña rincones de España que nunca llegué a conocer.

Toso, desde que bajé a terminar el último trabajo mi salud no ha sido de las mejores, cada día quiero dormir más y estar más tiempo con ella. Me siento cansado a pesar de que las nuevas prótesis que me hizo la señorita Martínez son increíblemente más ligeras que las anteriores, me siento agotado de tener que sentirme agradecido de haber salido vivo cuando Karina no lo hizo y me vuelvo a dormir, vuelvo a soñar con ella en llamas, vuelvo a soñar con los muertos ¿o será que son ellos los que sueñan con nosotros?


Continuará...

 

jueves, 21 de enero de 2021

Colaboraciones


Estimades, algunos seguidores de esta iniciativa de #Enerpunk se han animado y han realizado sus propias muestras artísticas en sus redes sociales. Compartimos con ustedes dos imágenes correspondientes al día 18: La sombrilla de la Dama y una del día 7: Motemei


Realizada por: Ambar Padilla


Realizado por La cueva del ermitaño 


Realizado por Nicole



 

Dia 21: Tecnología

 


Por Sina de la Fiol

A pesar de estar en el aire, de haber perdido casi todas sus herramientas y tener el doble de trabajo con los nuevos accesorios de Alex, la señorita Martínez fue capaz de terminar mi protopierna en mucho menor tiempo del esperado. Según me dijo, ahora Elisa ya sabía trabajar mucho mejor y se habían compenetrado muy bien ambas. Por lo que se veía, sería una asociación próspera una vez que llegáramos a tierra firme. -Capitán, es momento de probar la pieza definitiva – Sin saber por qué me acerqué a la silla que me indicaba de manera nerviosa. Era la razón de que ella estuviera ahí, su misión era hacer esa pierna y finalmente, a pesar de todas las dificultades, ahí estaba – Si no le molesta, preferiría hacer esto en mi cuarto. Para esto debo sacarme los pantalones y no sería adecuado mostrar eso al resto de esta tripulación, ¿no lo cree? – Elisa se sonrojo y soltó una risita nerviosa, sin embargo, Agatha me miró a los ojos y asintió – De todas maneras, debo acompañarlo, hay algunas mejoras de las que debo hablarle mientras la ajusto- Antes de que me diera tiempo para replicar había tomado la brillante pierna y se encaminaba a la habitación que ocupaba. Entré tras ella y me ubiqué tras el biombo que hasta ese momento no había ocupado. Mis manos temblaban y tuve que respirar a conciencia un par de veces para poder hacerme cargo de las amarras de mis pantalones. Los doblé y colgué en el biombo y quedé en silencio, no supe que decir. -Supongo que está listo, ¿le parece venir a esta parte de la habitación ahora? – Una mano se asomó donde estaba, la tomé y avancé hacia la silla. Sus manos nuevamente mostraron la maestría del oficio, en un dos por tres, mientras me estaba sentando, aflojó las correas haciendo que el pesado armatoste de metal cayera al suelo al momento de tener mi trasero en la silla. Mi mano se posó en el muñón, en un estúpido intento de tapar la catástrofe que tenía. - ¿Le duele la pierna? - Dijo con un hilo de voz, por mucho que fuera a lo que se dedicaba, siempre era impresionante ver este tipo de cosas – Siempre molesta, las correas terminan lastimando por el roce y el tener que estar moviendo todos esos kilos de metal- Comencé innatamente a masajear el muñón cuando el sonido de la pierna me hizo levantar la vista. Se había ido. Era algo lógico ¿Quién quería ver a un mutilado? – Continué con los masajes, justo como el doctor me había dicho cuando sentí la puerta de nuevo – Deje eso- Dijo apresuradamente mientras se acomodaba a mi lado. En sus manos traía una botella pequeña y lo que parecían ser medias – Este aceite de lavanda le ayudará a hacer eso – Sus manos untadas en el líquido brillaban. Con un toque firme comenzó a hacer presión – Si puede, en alguno de sus viajes o con Alex, podría conseguir acete de árbol de te, es antiinflamatorio y le ayudará más que quedar perfumado a lavanda- Decía mientras apuntaba la botella. Sus manos se movían rítmicamente siguiendo la forma de mis músculos, lentamente comencé a relajarme, bajando la guardia terminé con los ojos cerrados, oliendo a lavanda mientras la escuchaba tararear una suave melodía. Cuando sus manos se alejaron de mi muslo abrí los ojos buscándola, buscando una respuesta. – Se que esto será extraño, pero debe volver tras el biombo y ponerse esta media en la pierna donde trabajemos – Sin chistar, lo hice y volví a la silla – Ya sabe lo del aceite, esta media le ayudará con el roce de las correas, aunque con el modelo que le preparé esa molestia igual debería bajar – Nuevamente sus manos se movieron hasta ajustar la pierna en su lugar. Luego me ofreció el brazo para que me pusiera de pie. En cuanto di unos pasos pude notar la diferencia – Es tan ligera, es impresionante – Una sonrisa de satisfacción se instaló en su rostro – Supongo que a pesar de ser ligera, no será frágil – SU rostro ahora mostraba indignación – Trabajo con una alineación especial de metales y refuerzo cada una de las piezas, aparte de eso – Apretó un pequeño botó haciendo que se abriera una compuerta en la pantorrilla- Le instalé esa compuerta para dagas, dinero o lo que se le ocurra. Lo dejo para que se ponga pantalones, Capitán, espero que vaya a mostrar mi obra de arte al resto de la tripulación- Dijo mientras salía de la habitación. En cuanto estuve solo me vi comprobando mi nueva extremidad, era impresionante como una chica como Agatha pudiera manejar la tecnología suficiente para hacer la maravilla que tenía puesta ahora.

Continuará...

miércoles, 20 de enero de 2021

Dia 20: Cerros


Por Sina de la Fiol

Una vez leí que en inglés se utilizaba la expresión homesick cuando uno extrañaba su lugar de origen. En cuanto vimos los cerros de lo que nos dijeron que era Cinquefrondi. Se veía igual a Valparaíso, se veía igual a mi amado puerto. Algo había en el lugar que me llamaba, como el canto de una sirena en las mullidas nubes. No sé cuánto tiempo estuve mirando desde la ventana del zeppelín pero la voz del capitán Alex me trajo a la realidad – Es un lugar precioso, mi trabajo hace que sólo lo haya conocido de noche pero aún así es maravilloso – Su mirada perdida en las luces de las pequeñas casas en los cerros me hacía creer que sus pensamientos estaban en Valparaíso también - ¿Quieres bajar conmigo? No es nada arriesgado, solo vengo a buscar un pago- De pronto lo miré, realmente lo observé. Era cierto lo que dicen, las protopiezas que hacían de prótesis te envejecían de manera cruel – Podría acompañarlo, capitán, siempre que me ayude a conseguir un par de materiales. – Una sonrisa se asomó en su rostro – Le advierto que serán más de las que pensaba. La prótesis del brazo se le traba, ¿no? – Su mueca de asombro se veía algo torcida por culpa del ojo artificial – Así como usted es excelente volando, trayéndonos hasta acá sin ningún inconveniente a pesar de pasar a través de dos tormentas – la sonrisa de autosatisfacción que se desplegó en su rostro me hizo reír- Bien, así de buena soy yo haciendo prótesis, y le aseguro que si me consigue estos materiales podré arreglar su brazo – Dije apuntando rápidamente en una hoja de papel – Si me trae estos también -Dije escribiendo más – Podré dejarle una protopierna que hará que sus huidas a pie sean legendarias – El silencio llenó el lugar. Su rostro estaba tan serio que no sabía como interpretarlo- Puedo conseguirle todo eso, siempre que me acompañes, son muchas cosas y con el brazo trabado me cuesta llevar tantas cosas- Dijo en un fingido tono ingenuo – Las señoritas de bien como yo no salen sin escolta con caballeros- un tono de coquetería me sorprendió incluso a mi – Le pediré a Eduardo que me de una mano entonces- Se alejó de la habitación, con un marcado paso asonante metálico producido por la prótesis mientras mi mente volvía a mirar los cerros de Cinquefrondi, imaginando como por sus calles, en unas horas, estaría Alex buscando la materia prima para mis propias creaciones.



Continuará...

 

martes, 19 de enero de 2021

Día 19: Vuelo


Por Sina de la Fiol

Comenzamos a subir la escalera en cuanto estuvo a nuestro alcance. Las chicas fueron las primeras, debíamos ponerlas a resguardo lo cual fue toda una odisea en si mismo, la señorita Martínez no quería dejar sus herramientas ni su avanzada prótesis, pero lo entretenido de los motines es que no avisan por anticipado. Después del intento de motín me comuniqué con Alex para ver si nos podía dar una mano en caso de emergencia y afortunadamente fue así. Es cierto que un capitán no deja su nave, sin embargo, había dado mi palabra de proteger a Agatha y soy un hombre de palabra debía sacarla de ahí.

Los muchachos nos dejaron ir en relativa calma, finalmente el deseo de todos era salir de las estancadas aguas del puerto de Portugal. Alex nos recibió en su propia nave, un zeppelín que había tenido mejores días al igual que su malogrado capitán. Yo tenía suerte de que solo faltara mi pierna derecha, a Alex otra nave voladora le había arrebatado toda su parte izquierda haciendo que fuera más máquina que persona: Su ojo izquierdo, pierna y brazo habían tenido que ser reemplazados por prótesis como la mía, a pesar de todo ello el seguía volando. Constantemente repetía que si no había muerto en ese accidente era porque debía seguir en el aire.

Esta vez todos estaban en excelente compostura, navegar las nubes era mucho más tranquilo que las olas del océano. Era silencioso y limpio como estar soñando, nadie vomitaba por la borda o como fuera que se llamaran las ventanas laterales, había risas y relajo en los 4 polizontes que se habían inmiscuido en su viaje. Deberíamos hacer una parada en Italia y luego nos podría dejar en algún puerto cercano a Chile o en Chile mismo si no nos molestaba acompañarlo en alguno de sus “trabajos”. ¿Ya había dicho que Alex era un contrabandista? Esa era la razón por la que podía atracar en distintas ciudades sin hacer caso de la cuarentena que se había implementado en toda Europa. Sería una conversación que deberíamos tener llegado el momento, pero ahora mismo, sólo quería disfrutar el momento y ver como el cielo pasaba de azulado a violeta mientras comenzaba a atardecer.


Continuará...

 

lunes, 18 de enero de 2021

Dia 18: La sombrilla de la dama


 Sina de la Fiol Nos envía una fotografía tomada en Valdivia Retrofuturista Edición 2017 que calza perfecto con este día. Aprovechamos para recordar esta hermosa experiencia y agradecer a sus anfitriones.



domingo, 17 de enero de 2021

Día 17: Pandemia

 



Por Sina de la Fiol

- ¿Cómo que no podemos desembarcar? - La señorita Agatha estaba tan sorprendida como yo – No nos ha dado muchos detalles, a parecer hay algún tipo de enfermedad muy contagiosa y mientras no pasemos una cuarentena en el barco, no nos dejarán bajar – El capitán se notaba molesto y no era para menos. Toda la tripulación estaba intranquila, preocupados por sus familiares, pensando en la idea de regresar o preocupados por un eventual contagio.

La señorita Martínez regresó a su camarote por lo que la seguí para hacerle compañía. En cuanto entró se puso a sacar los artilugios con los que estaba preparando la prótesis para el Capitán – Si vamos a estar estancadas acá, al menos avanzaremos lo que más podamos. Acércame esos pequeños resortes, los que íbamos a colocar la noche de la tormenta – Con una sonrisa en el rostro me fui en dirección a las pequeñas cajitas que guardaban inimaginables piezas metálicas.

Había pasado una semana cuando se intentó el primer motín, en cuanto sentimos los gritos y disturbios nos encerramos con la señorita en la habitación. No había mucho que pudiéramos hacer más que esperar y eso hicimos. La señorita sacó un libro y comenzó a leer en voz alta una historia de Jane Austen. Sentimos el sonido de vidrios quebrarse, el choque metálico fuera de nuestra puerta y de pronto un silencio. El golpe constante proveniente del umbral nos sobresaltó. Si habían ganado, lo que nos harán sería mucho peor que cualquier enfermedad que hubiera en el mundo. De pronto el silencio acabó con el sonido de una voz familiar, era Eduardo quien estaba al otro lado.

-Me alegra ver que están bien- Dijo tras un suspiro de alivio al vernos. Mis mejillas se sonrojaron al recordar la noche donde me había besado – El capitán logró controlar el motín, pero teme que no sea el último, está intentando comunicarse con tierra firme para ver como procedemos- De pronto noté que tenía enrojecido cerca del ojo y sangre en su labio – Debo volver a ordenar un poco el desastre que quedó afuera, les recomiendo que sigan acá a no ser que el capitán envíe a alguien de confianza para escoltarlas – Hizo una reverencia y salió rápidamente del lugar. Cerré la puerta en cuanto estuvimos solas y nos miramos angustiadas. El peligro ya no estaba solo en tierra firme, sino que en cualquier camarote con algún hombre descontento con las decisiones de los demás.

Continuará...

sábado, 16 de enero de 2021

Dia 16: Playas


Por Nicole

Día 16, mes 1, Costa Rocosa, inicio registro:

Después de un año realizando muestreo de las aguas y arena de esta zona, puedo tener certeza de que mi hipótesis era correcta: la fauna marina se ha modificado a raíz de los experimentos, cambios en los medios de transporte y nuevas industrias de la ciudad. Los resultados son concluyentes.

Carbón; alquitrán; plomo; arsénico. Todos en niveles por sobre los permitidos, según la regulación internacional, algunos incluso en cantidades peligrosas para el desarrollo de la vida animal y humana.

Todos me creían loco, ignoraron mis advertencias. Decían que era normal el color grisáceo de las arenas de Costa Rocosa. “Así son las dunas de acá”, “es arena rica en minerales”, “única en todo el territorio, una belleza exótica”, pero nadie se preguntaba por qué, nunca nadie fue más allá. “Los peces han varado por cambios en las corrientes”, “las aves han migrado al norte porque hay más comida por esos lares”, “adónde que está cambia’ la cosa”, “mi niño, no se crea esos cuentos, no hay monstruos marinos” […] Y los empresarios: “fue un hecho aislado”, “sólo hemos tenido 1 derrame de petróleo en el último trimestre”, “nuestra actividad no tiene un impacto significativo en las aguas, tenemos un protocolo de manejo de residuos…”; obviamente todos están bajo norma, si les han pagado millones a científicos para que hagan estudios favorecedores y además se han comprado a los magistrados.

[…]

Me he desviado.

Un año. Ha sido un año en el que he visto más cadáveres de animales de los que me gustaría.

Peces en la orilla, con ojos opacos, el pellejo seco, órganos ennegrecidos, que emanaban un olor metálico que aún no puedo borrar de mi memoria.

Aves con sus plumas pegadas, empapadas en un líquido viscoso más oscuro que la noche; aves con dificultad para respirar y moverse, que a las pocas horas fallecían.

No creo haber visto ni la mitad de especies que solían habitar este lugar, según los relatos de mi abuelo. La zoología no es mi especialidad, pero no hay que ser experto para notar que hay algo mal.

[…]

El asunto es que éstas concentraciones de químicos en las aguas, sus depósitos en la costa, los sedimentos en el suelo oceánico, los cambios en la temperatura por la alta actividad industrial de la zona, todo esto sumado, ha traído mucho más que muerte.

Y el problema no es la muerte de peces y aves, ya que importamos alimento de otras regiones, mientras exportamos tecnología. El problema tampoco es la contaminación, no. Mascarillas cuando se vuelve difícil respirar; vacaciones al norte, cuando las playas de acá están muy “sucias”. Incluso sigue siendo pintoresco, ya saben, la playa negra, las dunas de Costa Rocosa, la ciudad de arenas grises; artistas de todo el país vienen a pintar cuadros de estas costas y los adinerados se hacen fotografías con el “paisaje exótico” de fondo.

[…]

Nuevamente me he ido por las ramas.

Quizás sólo quiero evadir el tema, porque en el fondo me da miedo enfrentar mi descubrimiento […] Cambios en la fauna marina. Adaptación, le llaman. Muchos han muerto intoxicados; otros, se han vuelto resistentes y mutado.

[…]

He… visto… cosas terribles. Indescriptibles. De esas que escuchas como leyenda urbana. ¡Pero yo lo he visto con mis propios ojos!

Acompañando a los pocos pescadores artesanales que quedan, me he embarcado un par de veces; les he pedido que hagamos expediciones de día y de noche. Sólo por rigor del estudio, para tener un registro lo más completo posible […] Criaturas que brillaban en la oscuridad de la noche, con un fulgor intenso, radioactivo, como los núcleos de poder que usan en las armaduras y pistolas del ejército […] Su fluorescencia de seguro es impactante, pero intimida mucho menos de aquello que revela: sombras de criaturas inimaginables, colosos marinos que asechan en nuestras costas […]

Ojalá hubiese podido apagar esa luz y nunca haber visto las sombras. Estamos engendrando monstruos. Nuestras aguas nunca volverán a ser como antes. Debo alertar a las autoridades, pero no sé si me crean.

[…]

Fin del registro. 

 

viernes, 15 de enero de 2021

Día 15: Mascotas


Hoy corresponde el día 15 y Sita Danna creo esta hermosura. El es Lord Spoty y justamente ha estado algo enfermito así que aprovechamos de mandarle mucho amor esperando que se recupere pronto.



 

jueves, 14 de enero de 2021

Colaboraciones

 Nicole se animó y nos envió su creación artística por partida doble. Les presentamos su ilustración y texto inspirado en la palabra del día: Vagabundo 




Por Nicole

Qué difícil imaginarse a alguien en su situación, en un lugar como éste. La Gema Dorada, la ciudad del progreso, capital tecnológica del estado.

¿Necesitas refugio? ¡Hub Inc. ofrece las mejores cápsulas vivienda del mercado! Soluciones habitacionales al alcance de tu mano. Es solo cosa de sacarla del bolsillo, activar el mecanismo en un lugar abierto y esperar a que se ensamble la cápsula para descansar. Pero… ¿dormir en la calle? ¿Bajo el alero de un edificio abandonado, o entre desechos?... Ew.

Y la comida… ¿cómo es posible que haya gente con hambre, cuando tenemos los mejores cultivos, importados desde La Gema Verde? Los más grandes invernaderos de toda la región, a sólo 3 días de viaje terrestre. La tecnología de los alimentos ha logrado crear tubérculos del tamaño de una cabeza, vegetales de hoja verde ¡tan grandes que apenas caben entre tus brazos!, frutas resistentes a mordidas de arañas mecánicas (y por supuesto, insectos regulares); y que sólo necesitan 5 litros de agua y 3,14159265 m3 de pesticida al año.

Y ni hablar de su falta prótesis DECENTES… Digo, ¿una pata de palo? Eso es tan old-school. Mínimo una de bronce, o no sé, de lata… hay muchos viejos recolectores de chatarra en la ciudad, que podrían echarle una mano. Creo que también le faltan piezas dentales, aunque no le he visto sonreír. Y parece que le falta un ojo, pero es difícil de distinguir entre la maraña que cae sobre su rostro.

No sé si sentir pena. Viviendo en una ciudad grande tan llena de oportunidades… Podría pedir asistencia al edil, o un trabajo básico en un taller o granja, en lugar de pedir limosna… Incluso los piratas y bandidos tienen su lugar en este mundo y una mejor vida. El otro día vi al capitán Oro Negro lucir uno de los últimos diseños de la boutique Costuras de mitral; y su brazo mecánico, ¡completamente renovado!

Hasta los más inadaptados y pobres tienen acceso a lo básico. ¿Qué tan inadaptado hay que ser…? ¿Cómo llegó a estar en su situación? Tan… fuera de los márgenes de nuestra ilustre sociedad. Debiese ser ilegal. Debería prohibirse estar en situación de calle en La gema dorada. Viajero, errante, claro que sí; vagabundo, jamás.


Día 14: Vagabundo

POR MAURICIO RÀIZ

 

El rostro desolado de un joven que yacía sentado al borde de la vereda, demostraba otra vez que la dureza de la postguerra era algo que no se lavaba con los festejos. Algunos conflictos cesan, pero a aquellos que los sobreviven, los acaban marcando ciertos estigmas que difícilmente los soltarán.

    Tan pronto hubo acabado de comer su mendrugo recalentado, el extraño viajero agarró sus pertenencias y se puso en pie dando un fuerte silbido. El pelo largo y liso contrastaba con el color de sus ropajes remendados. La gente que pasaba por las calles lo miraba sin entender su existencia, como tampoco lograban asimilar el espacio vacío que se alojaba donde debería haber estado su pierna izquierda, pero lo más raro para todos era su rostro, que traslucía toda la belleza de una flor fresca, pero que poco a poco dejaba ver las manchas propias de alguien marchito hasta lo más profundo.

    Era por personas como él, la carne de cañón, que los ricos habían conseguido mantener sus fortunas y sus tierras. Aunque al final todo no era más una ilusión, la guerra no había servido de nada más que para demostrar el poderío de una nación sobre otra. Pero la gente común y corriente no había ganado nada, por el contrario. Y aquel viajero lamentablemente había comprendido que para la sociedad no todas las cabezas valían lo mismo.

    Años antes se había ofrecido como soldado para que no enviaran a su hermano mayor ya que padecía una afección al corazón. Pero ya en las filas, igualmente se lo topó como recluta, chocando con la despreocupada sonrisa de este, que lo abrazó diciéndole:

—Perdón, era yo o nuestro viejo.

    Su hermano murió en la primera oleada ¡Qué maldito con suerte! Nunca vio su casa hecha polvo, ni sus familiares mutilados o su pueblo vuelto un yermo.

    Les prometieron ser condecorados como héroes, pero una chapa de metal bañado en plata no servía como moneda de cambio para recuperar una vida, ni una extremidad ni los sueños.

    Hace unos meses, durante su estadía en un pueblo costero maltratado, se le había unido una niña de unos pocos años menos que él y que no tenía nombre, a la que llamó Luna. La niña de 12 años tenía más carácter que él, aunque no recordaba de dónde venía, seguramente producto de algún trauma importante. Siempre la miraba pensando que a su edad él estaba dando caza a otras personas, gente como él o su hermano, forzados a llevar armas para cuidar bienes ajenos. Luna no había vivido todo eso aparentemente, pero al igual que él, no tenía nada, aunque a diferencia de él sí tenía corazón.

    El día que la conoció fue cuando ella decidió acompañarlo y llevarlo a rastras en la larga búsqueda del artesano que le daría una nueva pierna ortopédica. A veces pensaba que debería haberle puesto Esperanza en vez de Luna, pero este último nombre igual le iba bien, porque por tanto tiempo el astro había sido su único consuelo a través del maltrecho telescopio de su padre, había sido un llamado a querer viajar lejos, a alejarse de tanto conflicto estúpido. Luego llegó la guerra. Nunca espero que dejar de existir implicara que los demás tuvieran que morir. Luna era el foco que iluminaba sus pasos nocturnos, el sol lo encandilaba con sus promesas, mas la luna mostraba la realidad de las cosas.

    —No seas tonto —le dijo una vez—. Sí te pueden poner una pierna y lo harán. Si les dices que fue por la guerra te creerán, el que me lo dijo era confiable.

    Bien sabía que su viaje no era por él mismo, ni para recuperar su pierna, ni tampoco para sentir que su vida tenía sentido. Simplemente no se sentía parte de nada, pero no dejaría que Luna viviera así. Aunque él muriera sin tener un corazón, Luna debía vivir con el suyo y derrumbar todo aquello que les había arrebatado sus mundos.

 


 

miércoles, 13 de enero de 2021

Día 13: Interés Romántico

 



Por Sina de la Fiol

-Vi que acompañaste a Elisa- Le dije suspicaz a Eduardo, desde que le había pedido que le echara un ojo a las señoritas su conducta había cambiado. Se preocupaba de limpiarse cuando salía de las calderas e incluso se había comprado ropa nueva cuando atracamos. -Si, quería enviar una carta a su madre y la acompañé hasta la oficina de correos, nada del otro mundo – Me respondió algo nervioso. Me divertía y alegraba verlo así, era nuevo en él. – No dije que fuera algo del otro mundo… ¿o lo fue? – sus mejillas se tornaron del mismo rojo que agarraban cuando estaba trabajando con el calor del carbón. Abrió la boca un par de veces, pero no salió ningún sonido de ella – Jajaja – No pude evitar reír – Tranquilo muchacho, tu secreto está a salvo conmigo- Mi mano sobó su hombro, él bajó la mirada – Señor, no se como afrontar esto, no creo que el romanticismo sea lo mío, tampoco creo que yo le guste a ella – Intenté mirarlo a los ojos pero el chico evitó mi mirada – No lo sabrás hasta que le preguntes. Sobre el romanticismo, creo que está sobrevalorado, pero si pasas más tiempo con ella es probable que sepas qué es lo que le gusta. Ahora si quieres mi consejo, hay algo que puedes hacer, es un movimiento arriesgado, pero si mi intuición no falla, funcionará- Sus ojos brillaban, esperando que le dijera prácticamente el secreto del santo grial. Me dispuse a contarle mi plan paso a paso, veía como se asombraba con cada palabra que le decía, me escuchaba atentamente – Señor, para ser una persona que piensa que el romanticismo está sobrevalorado, es realmente cursi – Ahora fue mi turno de sonrojarme. Ambos reímos y nos despedimos con un abrazo.

A las 12:30 me escapé de mi cabina y fui a la popa donde los vi, había seguido mi consejo y ambos estaban acostados en medio de todo, mirando las estrellas. Veía cómo él levantaba la mano y le mostraba las constelaciones, veía el rostro de asombro de ella y lo mejor que vi, fue cuando ambos se dieron un tierno beso cuando se despidieron.

Continuará...

martes, 12 de enero de 2021

Día 12: Fantasmas

 


Por Sina de la Fiol

Llevaba la bandeja al patio, nuevamente estaba el señorito Valenzuela con su amigo Bernal estaban tomando whisky en la pequeña pérgola que adornaba los jardines. La tarde estaba avanzando y cada vez se veía menos, pero sus siluetas se reconocían a la distancia, abrazados, compartiendo de seguro la feliz noticia del nuevo embarazo. Dejé las copas y comencé a alejarme cuando vi una figura fantasmagórica. Una dama entera de blanco, agazapada en las sombras, sollozaba. Sentí cómo me petrificaba, quise hablar, pero no salió ninguna palabra de mi boca. Sentía como en mis brazos se erizaban los vellos y un escalofrío paseó por mi espina dorsal. Sus ojos se fijaron en los míos, podía ver el brillo del llanto y poco a poco, mientras se acercaba a mí, pude reconocerla. Era la señorita Elena quien al verme me abrazó entre lágrimas. La llevé dentro y ofrecí dejarla en sus aposentos pero se negó, terminó acompañándome a la cocina en donde le preparé un té de manzanilla endulzado con miel como me habían enseñado pa alejar la pena. La señorita lo bebió y poco a poco los sollozos ahogados fueron más intermitentes hasta terminar. -Bernal me engaña- Soltó de repente, con la mirada perdida, como si se lo estuviera diciendo a si misma – Lo sospechaba, costó consumar nuestro matrimonio y la cercanía en el dormitorio era muy poco habitual, cuando le dije a mi madre me dijo que debería estar agradecida de que no me buscara a todas horas como le había sucedido a ella- Un sorbo de té humedeció nuevamente sus labios y continuó – Pero yo soñaba con tener hijos y sabía que si no nos reuníamos no lo podría conseguir. Pensaba…pensaba que si teníamos un hijo terminaría cualquier relación extramarital que tuviera por nuestra familia- Miraba la taza, la suave loza blanca estaba vacía. No quería interrumpir su relato, no porque quisiera saber lo que iba a decir. Todos en la casa sabían de la clase de amoríos que tenía el señorito. – Pero no fue así, hoy todo es claro para mi…Valenzuela es quien lo anima al pecado – Oh por Dios, lo sabe pensé – Valenzuela lo ayuda a juntarse con ella, Valenzuela le tapa sus salidas diciendo que esta con él- Mi niña, no es así como son las cosas, quise decir, pero no era mi lugar así que me limité a servir una nueva taza. La manzanilla se llevaría la pena, la miel endulzaría la amargura. Su mano comenzó a acariciar su pequeña barriga, muestra del embarazo que llevaba – Pensé que era muy afortunada, Bernal es mucho más rico que yo, es agraciado, es educado y extremadamente respetuoso. Nunca esperé que se fijara en mí, sin embargo, nos casamos hace 3 años – suspiró y con el airé que salió de él la cocina se llenó de melancolía, de añoranza de tiempos mejores. La tomé del brazo, soñolienta, agotada de llanto, como si fuera un alma en pena y la guie suavemente a su habitación, en donde pude cambiarle el camisón, sumisa y obediente se puso uno limpio, sin manchas de tierra o pasto. Limpié sus pies con agua tibia y perfumada con pétalos, los sequé y acomodé sus almohadones. – No me dejes sola- Dijo cuando la terminé de arropar – Siempre que me necesite, estaré aquí- Le respondí mientras me sentaba en un sillón en el que estuve hasta que sentí su pesada respiración con un leve ronquido.

Continuará...

lunes, 11 de enero de 2021

Día 11: Viaje

 


Por Sina de la Fiol

Querida Madre:

 

Se que no querías que hiciera este viaje, se lo asustada que estabas, pero quiero que sepas que estamos bien. Con la señorita Martínez nos hemos adaptado a esta vida en el mar. Es gracioso, cada vez que me lamo los labios siento el sabor de la sal, como cuando intenté ayudar en la cocina y puse demasiada sal en la comida. Mi cabello vive esponjado, debo trenzarlo, justo como a ti te gusta, para que no se entrometa en mi nuevo trabajo. Así es, tengo un nuevo trabajo en donde finalmente no arruino las cosas, algo en lo que de verdad soy buena. Supongo que también te preguntarás si llegaré no sólo con trabajo, sino que con una propuesta de yerno. La respuesta es no. Soy un espíritu libre, más aún ahora que estoy conociendo partes que jamás imaginé. Hemos atracado en un bello paraje al sur de Chile, es todo tan verde, tan hermoso. Los pajaritos cantan a todas horas, sé que te encantaría este lugar. La señorita Agatha dijo que nos tomáramos una fotografía así que te la podré mostrar cuando regrese, aún no entiendo mucho como funciona eso, pero estoy segura que podré aprender en el viaje y explicarte después. Espero que no te esten exigiendo mucho en casa, si tu pecho duele como la otra vez, recuerda descansar. Falta poco para que podamos ahorrar para el artefacto que nos comentaron, ese que ayuda a tu corazón, y con lo que gane acá, será mucho más fácil llegar a la meta.

 

Te amo y extraño más de lo que creía

Siempre tuya

Elisa


domingo, 10 de enero de 2021

Día 10: Alas




 Creación realizada por nuestra bella ilustradora Sita Danna Les invitamos a revisar su maravilloso trabajo y aprovechamos de informar que esta aceptando comisiones en caso de que alguno se anime.


sábado, 9 de enero de 2021

Día 9: Cantina


Por Sina de la Fiol

-Estoy cansado de que nos veamos acá- su voz sonaba casi como un berrinche de infante -Ahora tengo problemas más grandes que si te veo o no- cada jueves era lo mismo, ambos llegaban por separado pero se iban juntos, incluso una vez tuve que ayudar al mayor a meter a su amigo al carruaje que lo había venido a buscar de lo ebrio que había quedado.

-Bebamos nuestros problemas, Cantinero, dos más- Ni siquiera me miró, simplemente espetó la orden. Los tragos llegaron rápido con ellos y el baile de la seducción disimulada comenzó. Pequeñas caricias en las manos, era roces imperceptibles para cualquiera, pero cuando trabajas en este oficio aprendes a ver lo que otros ni siquiera imaginan. -Anímate Valenzuela, estas prometido con una de las chicas más ricas de Valparaíso- Decía su compañero mientras lo animaba a empinar el codo en un nuevo brindis – Tu no te quedas atrás, la vida de casado te sienta bien- Un nuevo toque, esta vez rápido desde el tórax hasta el abdomen, palmeando una pequeña panza, el aludido se sonrojó – Es cierto…la vida de casados trae muchos cambios, y de eso te quería hablar- El tono infantil había quedado atrás, era todo un hombre el que hablaba. De seguro para darse valor tomó el whisky recién servido al seco y me hizo un ademán con la mano para que rellenara los vasos – Elena está embarazada- La bulla de una cantina es siempre alta, gente riendo, golpes en la mesa, incluso de vez en cuando vasos quebrándose, pero en ese instante todo se silenció para mí, esto estaba más interesante de lo que esperaba – Felicidades – Respondió por lo bajo y bebió lo que quedaba del vaso y el nuevo que le había servido – No podemos seguir con esto…- No lo dejó terminar interrumpiéndolo con un gesto de la mano – No digas nada más – la tristeza en los ojos de ese chico era tan obvia que cualquiera que lo viera podía pensar que alguien había muerto para él. De pronto intentó tocar el brazo pero, lo quitó de manera brusca – No me toques, no necesito esto- Valenzuela intentó levantarse pero se tambaleó quedando sentado de nuevo – No seas testarudo, esta es nuestra despedida. ¿De verdad quieres que sea así?- Le estaba rogando con los ojos, le suplicaba que se sentara, que se quedara con él – Bernal, acabas de decir que…acabas de…- El chico comenzó a palmear el hombro de su amigo mientras hablaba – Es lo que deberíamos hacer, ¿no? Cuanto tiempo llevamos con esto, desde los 13 y ya tenemos 21 años. – Una sonrisa leve, de añoranza de tiempos mejores se dibujó en su labio.

-Cantinero, otra cerveza- Me llamaban del extremo opuesto de la barra por lo que tuve que ausentarme de lo que fuera que estaba pasando ahí. A lo lejos veía como ambos volvían a reír y tras una breve pausa Bernal ayudaba a Valenzuela a pararse para que no volviera a trastabillar. Salieron como cada jueves, uno apoyado en el otro, ebrios de algo más que alcohol.

Continuará...


viernes, 8 de enero de 2021

Día 8: Lucha de clases


 Por Cosima Laurens


Estaban molestos. Los comerciantes del puerto rumoreaban frenéticos los dichos de alguien a quién él no conocía. Manuel Infante. El seudónimo de un personaje de quién nunca había escuchado. No mires. No hables. No escuches. Pero era inevitable oír, cuando la palabra libertad se escupía con la ligereza de algo que no significa nada. Tal vez no signifique nada para alguien que nunca la ha perdido, pensó. Libertad, lo único que se le había enseñado, ni siquiera pensar. Pero su boca infantil sonrió.

¿Cómo habían dicho los hombres? ¿Libertad de vientre? Los rumores que él nunca oyó, decían que se proclamaba desde hace años, decenas, de cuando el país era tan joven cómo él. Libertad, Manuel de Salas, Santiaguinos, Miguel Infante. La historia revoloteaba en las palabras que se escurrían en gruesas manchas rojas sobre la espalda de los suyos. Palabras, se dijo, palabras que nunca escuché, nombres que nunca conocí. Pero estaban ahí.  Algo, una presión indescifrable le revolvió el estómago, una presión que amenazaba con salir a través de palabras negras, rojas, muertas.

Pero él no habló, no miró, y fingió que no oía. Recibió el encargo sumiso y corrió. Su amo esperaba esos repuestos con urgencia. La gravilla de las calles tierrosas levantaron polvo mientras corría, no importaba, correr era lo más cercano a huir que conocía. Huir.  

La llegada ruidosa del tren en estación Bellavista le indicó las 12, era tarde y el taller estaba demasiado lejos. Solo por eso estoy corriendo, se convenció. Y avanzó sintiendo el viento salado del puerto en su cara manchada de aceite, con su boca gruesa dibujando una sonrisa difusa. Se detuvo cuando el taller se acercaba. Apretó la bolsa entre sus brazos con fuerza y entró con lentitud. El resto de los niños que pulían con ahínco los cascos metálicos no alzaron la vista para verlo. Niños, todos como él y diferentes. Niños como él, provenientes desde más allá del océano, y niños con sangre de la tierra, que susurraban una lengua extraña por las noches, y adoraban a sus dioses al amanecer. Él no sabía, nunca vio, fingió que no oía.  A lo lejos, su amo observaba los planos del próximo experimento.

Sus pasos ensayados dejaron los repuestos que traía junto con el resto de la mercancía nueva y desvío la vista a los papeles, hacia la estructura alargada sobre la mesa. Él sabía lo que era, los barcos no eran suficientes para mantener seguro Valparaíso, no con las repercusiones de la última guerra contra Nueva España. Su amo trabajaba en algo que podría hundirse bajo las mareas y volar por sobre las nubes. Volar, pensó, quizá él podría unirse al ejercito un día, y ser como el resto de los libertos de la guerra de la Independencia. Son cuentos, se dijo. Hace tanto ya de eso, son un mito, personajes pertenecientes a un susurro nocturno. Ser libre. Poder un día montar sobre las naves de su amo, y convertirse en el capitán de alguno de los vapores del Puerto que ayudó a construir. Libertad. Libertad de vientre. Las palabras y los personajes daban vueltas en su mente, desordenando sus ideas. Tomó las llaves, tuercas y piezas de cobre que se encontraban en el piso, para realizar las labores que se le habían asignado. Ocho años son más que suficiente, se dijo, más que suficiente para unirse a un navío, solo tenía que esperar. Podía sentirlo, un día, un día podría hacerse un nombre más allá del océano.

jueves, 7 de enero de 2021

Día 7: Motemei


Por Sina de la Fiol

- ¿Cómo que esto no ha terminado? - La voz temblorosa delató el temor de la señorita Agatha – El capitán me pidió que viniera a ver como se encontraban ya que estamos a mitad de una gran tormenta y como esta era su primera vez en esta situación pensó que les podía ser de ayuda – El joven venía con la frente perlada en sudor, sus manos estaban ennegrecidas con el carbón, de seguro trabajaba en las calderas – Las manos sucias pero la conciencia tranquila, señorita – Me dijo en tono alegre cuando notó mi mirada en sus manos- Les recomiendo que guarden todas las cosas que se puedan caer, sobre todo de su tocador – Dijo apuntando los cachivaches de la señorita - ¿Necesitan ayuda?- Antes que pudiéramos responder, Agatha corrió al baño en donde la escuchamos vomitar. El muchacho se iba a acercar, pero lo detuve, supuse que la señorita Martínez no querría que la vieran así - ¿Cómo se llama? - Me dijo en un susurro, como si fuera un secreto que me estaba preguntando su nombre, sin saber porqué le contesté en el mismo tono – Señorita Agatha, se que no puede hablar ahora pero escúcheme. De seguro por su casa pasa el Motemei, ¿no? -De pronto sentí que me miraba a mí buscando una respuesta a lo que asentí con la cabeza sin emitir ningún sonido, no sabía a donde nos estaba llevando esta conversación y me sentía incómoda con la presencia del chico – Quiero que piense en el mote, en el calientito mote recién hecho que trae el motemei, quiero que se concentre en eso- Los sonidos del baño comenzaron a amainar y una sonrisa de satisfacción se asomó en la cara del muchacho- Eso, siga pensando en eso- Tomándome del brazo me llevó a un rincón y se me acercó haciendo que retrocediera incómoda – Tranquila, cuando salga del baño acuéstela y deje que una de sus piernas quede colgando de la cama. Moje una toalla de manos, si no tiene un guante funcionará de igual manera y colóquelo en su frente tapando sus ojos, eso funcionará- Antes de salir de la habitación me guiño el ojo. En un par de minutos la señorita salió y seguí los pasos dictados al pie de la letra, en un par de minutos ella ya dormía.

Esa noche soñé con la casa, con los gritos del Motemei y la quietud de tierra firme.

Continuará

 

miércoles, 6 de enero de 2021

Cooperaciones

 Un seguidor de nuestra comunidad, Mr Javieru, quiso aportar en el área de la fotografía su propia visión de este desafío de #Enerpunk y nos ha enviado el siguiente aporte para compartir con todes ustedes.



                                            Día 1: Oxidado


Día 2: La mujer exploradora


Los invitamos a todes a compartir sus expresiones artísticas y aprovechamos de agradecer a Mr Javieru por animarse.


Día 6: Prótesis

 


Por Sina de la Fiol

EL movimiento del barco era cada vez más fuerte. Afuera, un rugido constante y el sonido de las olas chocando contra nosotros adornaba la velada. No podíamos avanzar mucho con la señorita Martínez puesto que en cuanto lográbamos ordenar las pequeñas piezas sobre la mesa, el movimiento de la tormenta nos hacía tirar todo. La quinta vez en la que recogimos los implementos la señorita suspiró. -Estamos encerradas acá, deberíamos avanzar en la prótesis nueva, dije que podía tenerla lista en 20 días y ya perdí una semana sintiéndome mal, mostrando la debilidad de la mujer que todos dijeron que tendría- Su mirada estaba perdida en el suelo mientras su voz se iba achicando cada vez más. -Usted no mostró debilidad, simplemente su cuerpo se tomó un poco más de tiempo en acostumbrarse al movimiento bajo sus pies, no fue algo referente a ser un humano femenino o masculino, mire que yo que estuve de siempre en cubierta vi a mas de uno de los marineros vomitando por la borda, deshaciéndose de todo incluso su dignidad- una risita se arrancó de sus labios. -Bien, enfoquémonos en lo que podemos hacer en vez de lamentarnos por lo que no. – Sus manos ágiles comenzaron a guardar las diversas piezas que estaban en la mesa mientras yo recogía lo del suelo. - ¿Por qué se interesó en trabajar en esto? – Agatha se sentó en su cama y con su mano me invitó a acompañarla a su lado – Mucho antes de que llegaras, cuando era pequeña mi mamá tuvo un robusto varón llamado Alexander, éramos inseparables y la vida parecía ser perfecta hasta que ya no lo fue. Estábamos jugando a las escondidas y él pensó que sería buena idea esconderse en los establos. Un caballo le partió la pierna en tantas partes que no pudieron salvarla. Pronto inició su tratamiento con protopiernas y el doctor que lo trataba me dejaba asistirlo. Ahí me enamoré de la traumatología, de los huesos y de cómo funcionaban. Gracias a ese doctor mi hermano ahora está estudiando en Europa – a pesar de llevar un par de años en la familia nunca nos habían hablado de Alexander y como no era bien visto hacer preguntas – Gracias por contarme- Dije al fin mientras el sonido de la tormenta se iba alejando de nosotros, o al menos eso parecía.

Continuará...

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