sábado, 9 de enero de 2021

Día 9: Cantina


Por Sina de la Fiol

-Estoy cansado de que nos veamos acá- su voz sonaba casi como un berrinche de infante -Ahora tengo problemas más grandes que si te veo o no- cada jueves era lo mismo, ambos llegaban por separado pero se iban juntos, incluso una vez tuve que ayudar al mayor a meter a su amigo al carruaje que lo había venido a buscar de lo ebrio que había quedado.

-Bebamos nuestros problemas, Cantinero, dos más- Ni siquiera me miró, simplemente espetó la orden. Los tragos llegaron rápido con ellos y el baile de la seducción disimulada comenzó. Pequeñas caricias en las manos, era roces imperceptibles para cualquiera, pero cuando trabajas en este oficio aprendes a ver lo que otros ni siquiera imaginan. -Anímate Valenzuela, estas prometido con una de las chicas más ricas de Valparaíso- Decía su compañero mientras lo animaba a empinar el codo en un nuevo brindis – Tu no te quedas atrás, la vida de casado te sienta bien- Un nuevo toque, esta vez rápido desde el tórax hasta el abdomen, palmeando una pequeña panza, el aludido se sonrojó – Es cierto…la vida de casados trae muchos cambios, y de eso te quería hablar- El tono infantil había quedado atrás, era todo un hombre el que hablaba. De seguro para darse valor tomó el whisky recién servido al seco y me hizo un ademán con la mano para que rellenara los vasos – Elena está embarazada- La bulla de una cantina es siempre alta, gente riendo, golpes en la mesa, incluso de vez en cuando vasos quebrándose, pero en ese instante todo se silenció para mí, esto estaba más interesante de lo que esperaba – Felicidades – Respondió por lo bajo y bebió lo que quedaba del vaso y el nuevo que le había servido – No podemos seguir con esto…- No lo dejó terminar interrumpiéndolo con un gesto de la mano – No digas nada más – la tristeza en los ojos de ese chico era tan obvia que cualquiera que lo viera podía pensar que alguien había muerto para él. De pronto intentó tocar el brazo pero, lo quitó de manera brusca – No me toques, no necesito esto- Valenzuela intentó levantarse pero se tambaleó quedando sentado de nuevo – No seas testarudo, esta es nuestra despedida. ¿De verdad quieres que sea así?- Le estaba rogando con los ojos, le suplicaba que se sentara, que se quedara con él – Bernal, acabas de decir que…acabas de…- El chico comenzó a palmear el hombro de su amigo mientras hablaba – Es lo que deberíamos hacer, ¿no? Cuanto tiempo llevamos con esto, desde los 13 y ya tenemos 21 años. – Una sonrisa leve, de añoranza de tiempos mejores se dibujó en su labio.

-Cantinero, otra cerveza- Me llamaban del extremo opuesto de la barra por lo que tuve que ausentarme de lo que fuera que estaba pasando ahí. A lo lejos veía como ambos volvían a reír y tras una breve pausa Bernal ayudaba a Valenzuela a pararse para que no volviera a trastabillar. Salieron como cada jueves, uno apoyado en el otro, ebrios de algo más que alcohol.

Continuará...


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