sábado, 30 de enero de 2021

Día 30: Profesor/Profesora


Por Sina de la Fiol

Los días pasaban, la monotonía nos estaba carcomiendo hasta que a la señorita Agatha se le ocurrió enseñarnos a todos su oficio. Cada miércoles aprendíamos de prótesis, de metales, uniones y engranes. A eso se le unió Elisa quien comenzó con clases de cocina en donde Eduardo fue el alumno estrella, llegando incluso a transformarse en el cocinero oficial. Por mi parte no era mucho lo que podía enseñar sin un barco, pero me defendí con la interpretación de las nubes y otros factores climáticos. Así nos fuimos transformando en profesores y alumnos. La casa comenzó a ser un aula y poco a poco quienes estaban aún vivos, los sobrevivientes del sector comenzaron a acercarse. Tratamos de normalizar la vida, tratamos de retomar lo que se nos había arrebatado y prontamente contábamos con una rutina que nos hacía soñar con lo que ya no estaba.

Era evidente que tenía mucho que aprender aún, pero sentía que lo que debían enseñarme no estaba en tierra firme, y finalmente el mar me llamaba con su canto de sirena. Extrañaba la sal en el rostro, el vaivén de las olas y a mi tripulación.  Sin darme cuenta llegué a mi amado puerto, mis manos acariciaban las cuerdas de los botes que aún se encontraban atracados. El sonido de las gaviotas me recibía, alegres graznaban mientras el mar movía rítmicamente las lanchas.

Volví a la casa renovado y el resto de la tarde me pareció que flotaba en el aire. Habían hecho un pie de limón delicioso y a pesar de que no me gustan las cosas dulces, lo comí animado.

-Hoy se ve diferente, Capitán- Agatha me hizo aterrizar de mis pensamientos – Hice un paseo hasta el puerto, me hizo recordar en lo que soy bueno – eran tantas las emociones – Me hizo sentir como pez fuera del agua, me hizo querer volver al mar- La mano de la señorita Martínez se posó en mi hombro – Lamento que esté atascado con nosotros – Me dijo genuinamente – No es eso, es que estaba acostumbrado a otra vida y siento que ya no la podré recuperar- Miré el suelo intentando encontrar la respuesta a una pregunta que no me animaba a hacer- ¿Y si nos embarcamos nuevamente? Yo lo acompañaría en una nueva aventura, y estoy segura que otros de los vecinos también, seríamos su tripulación – Era un encanto que tratara de hacerme sentir mejor – Lo tendré presente, muchas gracias Señorita- Dije levantándome de la silla, me sentía agotado y quería descansar- Es Agatha, hemos pasado mucho para que siga llamándome con tanta formalidad- Sonreí -  Muy bien Agatha, siempre que me digas por mi nombre, a no ser que aún no lo sepas – Sus mejillas se ruborizaron – Es Lucian – Dije antes de salir de la habitación. Había sido un día extraño y melancólico y sólo quería cerrar los ojos.


Continuará

 

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