jueves, 7 de enero de 2021

Día 7: Motemei


Por Sina de la Fiol

- ¿Cómo que esto no ha terminado? - La voz temblorosa delató el temor de la señorita Agatha – El capitán me pidió que viniera a ver como se encontraban ya que estamos a mitad de una gran tormenta y como esta era su primera vez en esta situación pensó que les podía ser de ayuda – El joven venía con la frente perlada en sudor, sus manos estaban ennegrecidas con el carbón, de seguro trabajaba en las calderas – Las manos sucias pero la conciencia tranquila, señorita – Me dijo en tono alegre cuando notó mi mirada en sus manos- Les recomiendo que guarden todas las cosas que se puedan caer, sobre todo de su tocador – Dijo apuntando los cachivaches de la señorita - ¿Necesitan ayuda?- Antes que pudiéramos responder, Agatha corrió al baño en donde la escuchamos vomitar. El muchacho se iba a acercar, pero lo detuve, supuse que la señorita Martínez no querría que la vieran así - ¿Cómo se llama? - Me dijo en un susurro, como si fuera un secreto que me estaba preguntando su nombre, sin saber porqué le contesté en el mismo tono – Señorita Agatha, se que no puede hablar ahora pero escúcheme. De seguro por su casa pasa el Motemei, ¿no? -De pronto sentí que me miraba a mí buscando una respuesta a lo que asentí con la cabeza sin emitir ningún sonido, no sabía a donde nos estaba llevando esta conversación y me sentía incómoda con la presencia del chico – Quiero que piense en el mote, en el calientito mote recién hecho que trae el motemei, quiero que se concentre en eso- Los sonidos del baño comenzaron a amainar y una sonrisa de satisfacción se asomó en la cara del muchacho- Eso, siga pensando en eso- Tomándome del brazo me llevó a un rincón y se me acercó haciendo que retrocediera incómoda – Tranquila, cuando salga del baño acuéstela y deje que una de sus piernas quede colgando de la cama. Moje una toalla de manos, si no tiene un guante funcionará de igual manera y colóquelo en su frente tapando sus ojos, eso funcionará- Antes de salir de la habitación me guiño el ojo. En un par de minutos la señorita salió y seguí los pasos dictados al pie de la letra, en un par de minutos ella ya dormía.

Esa noche soñé con la casa, con los gritos del Motemei y la quietud de tierra firme.

Continuará

 

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