Por Sina de la Fiol
A pesar de estar en el aire, de
haber perdido casi todas sus herramientas y tener el doble de trabajo con los
nuevos accesorios de Alex, la señorita Martínez fue capaz de terminar mi
protopierna en mucho menor tiempo del esperado. Según me dijo, ahora Elisa ya
sabía trabajar mucho mejor y se habían compenetrado muy bien ambas. Por lo que
se veía, sería una asociación próspera una vez que llegáramos a tierra firme.
-Capitán, es momento de probar la pieza definitiva – Sin saber por qué me acerqué
a la silla que me indicaba de manera nerviosa. Era la razón de que ella
estuviera ahí, su misión era hacer esa pierna y finalmente, a pesar de todas
las dificultades, ahí estaba – Si no le molesta, preferiría hacer esto en mi
cuarto. Para esto debo sacarme los pantalones y no sería adecuado mostrar eso
al resto de esta tripulación, ¿no lo cree? – Elisa se sonrojo y soltó una
risita nerviosa, sin embargo, Agatha me miró a los ojos y asintió – De todas maneras,
debo acompañarlo, hay algunas mejoras de las que debo hablarle mientras la
ajusto- Antes de que me diera tiempo para replicar había tomado la brillante
pierna y se encaminaba a la habitación que ocupaba. Entré tras ella y me ubiqué
tras el biombo que hasta ese momento no había ocupado. Mis manos temblaban y
tuve que respirar a conciencia un par de veces para poder hacerme cargo de las
amarras de mis pantalones. Los doblé y colgué en el biombo y quedé en silencio,
no supe que decir. -Supongo que está listo, ¿le parece venir a esta parte de la
habitación ahora? – Una mano se asomó donde estaba, la tomé y avancé hacia la
silla. Sus manos nuevamente mostraron la maestría del oficio, en un dos por
tres, mientras me estaba sentando, aflojó las correas haciendo que el pesado
armatoste de metal cayera al suelo al momento de tener mi trasero en la silla.
Mi mano se posó en el muñón, en un estúpido intento de tapar la catástrofe que
tenía. - ¿Le duele la pierna? - Dijo con un hilo de voz, por mucho que fuera a
lo que se dedicaba, siempre era impresionante ver este tipo de cosas – Siempre molesta,
las correas terminan lastimando por el roce y el tener que estar moviendo todos
esos kilos de metal- Comencé innatamente a masajear el muñón cuando el sonido
de la pierna me hizo levantar la vista. Se había ido. Era algo lógico ¿Quién
quería ver a un mutilado? – Continué con los masajes, justo como el doctor me
había dicho cuando sentí la puerta de nuevo – Deje eso- Dijo apresuradamente
mientras se acomodaba a mi lado. En sus manos traía una botella pequeña y lo
que parecían ser medias – Este aceite de lavanda le ayudará a hacer eso – Sus manos
untadas en el líquido brillaban. Con un toque firme comenzó a hacer presión –
Si puede, en alguno de sus viajes o con Alex, podría conseguir acete de árbol
de te, es antiinflamatorio y le ayudará más que quedar perfumado a lavanda-
Decía mientras apuntaba la botella. Sus manos se movían rítmicamente siguiendo
la forma de mis músculos, lentamente comencé a relajarme, bajando la guardia
terminé con los ojos cerrados, oliendo a lavanda mientras la escuchaba tararear
una suave melodía. Cuando sus manos se alejaron de mi muslo abrí los ojos
buscándola, buscando una respuesta. – Se que esto será extraño, pero debe
volver tras el biombo y ponerse esta media en la pierna donde trabajemos – Sin chistar,
lo hice y volví a la silla – Ya sabe lo del aceite, esta media le ayudará con
el roce de las correas, aunque con el modelo que le preparé esa molestia igual
debería bajar – Nuevamente sus manos se movieron hasta ajustar la pierna en su
lugar. Luego me ofreció el brazo para que me pusiera de pie. En cuanto di unos
pasos pude notar la diferencia – Es tan ligera, es impresionante – Una sonrisa
de satisfacción se instaló en su rostro – Supongo que a pesar de ser ligera, no
será frágil – SU rostro ahora mostraba indignación – Trabajo con una alineación
especial de metales y refuerzo cada una de las piezas, aparte de eso – Apretó un
pequeño botó haciendo que se abriera una compuerta en la pantorrilla- Le
instalé esa compuerta para dagas, dinero o lo que se le ocurra. Lo dejo para
que se ponga pantalones, Capitán, espero que vaya a mostrar mi obra de arte al
resto de la tripulación- Dijo mientras salía de la habitación. En cuanto estuve
solo me vi comprobando mi nueva extremidad, era impresionante como una chica como
Agatha pudiera manejar la tecnología suficiente para hacer la maravilla que tenía
puesta ahora.
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