Después de nuestra última entrada acerca de los inventores de submarinos en Chile, Cetáceo Negro se sintió atraído inmediatamente por las estrategias que estos hombres utilizaron para construir sus maquinarias. Especialmente cuando hablamos de José María Carrillo, nuestro español- chileno, que debutó su prototipo utilizando una estructura basada en el trabajo minucioso de decenas de engranajes perfectamente alineados. Un objeto, que al imaginarlo, parece haber nacido desde y para la ficción, y que los diarios describían como:
"Un pequeño botecito que afecta la forma de un pescado, un verdadero pez espada, cuya proa de forma cónica termina en punta. Tiene a ambos lados un par de aletas que, unidas por un sencillo mecanismo al timón o cola, sirven para sumergirlo o sacarlo a flote, según sea necesario aplicarlas. Un mecanismo de relojería, que hace las veces de motor, da movimiento a la hélice que le sirve de propulsor (...) En el centro lleva un mecanismo desconocido hasta ahora, que sirve para mantener el barco a la profundidad que se desee, sin más límite que el que fije la resistencia de la envoltura a la presión atmosférica. Este mecanismo sirve para imprimir las aletas y al timón un movimiento suave, casi imperceptible. El movimiento de las aletas es vertical y el de la cola o el timón vertical y horizontal. (Sapunar, 2004: 126)
Después de leer cuidadosamente la descripción comenzamos a preguntarnos qué compleja estrategia utilizó Carrillo para poner en funcionamiento su máquina, cómo se llama esa forma de trabajo, dónde nace y si solamente fue propia de la época victoriana. Esta entrada, por lo tanto, es para dar a conocer el resultado de nuestras investigaciones a través de la historia y la ciencia, acerca de uno de los elementos más representativos del Steampunk: El engranaje; o como se conoce su forma de trabajo: El Clockwork.