domingo, 3 de enero de 2021

Día 3: El sombrero del caballero

 


Por Sina de la Fiol


- Capitán, es un honor finalmente conocerlo - Valenzuela se veía como los típicos niños ricos, se notaba que no le había trabajado un día a nadie, su sombrero ridículamente alto se abanicaba ante él en una articulada reverencia - Agradezco mucho que haya aceptado que nos juntáramos con tan poca anticipación, sobre todo con lo ocupado que debe estar con su próximo viaje. – El muchacho estaba devorando mi despacho con los ojos, como si quisiera ver más allá.
- Por supuesto, cuando uno pasa más tiempo en el mar que en tierra firme sabe que necesita llevar. Dígame, ¿qué es lo que necesita? - Fijó sus ojos en los míos y habló en tono serio – Vengo a hablar de mi prometida, Agatha – Cuando hizo énfasis en el “mi” no pude evitar reírme por lo bajo – La señorita Martínez – Lo corregí suavemente – Sí, quiero que termine el negocio con ella, usted mejor que nadie comprenderá que el lugar de una mujer no es en un barco, demás está decir las supersticiones que hablan de la mala suerte de tener féminas a bordo. – Sus ojos seguían revisando el lugar, ahora revisaba mi biblioteca – Si usted tiene asuntos que tratar con su prometida, es con ella con quien debe ir a hablar y no conmigo. Como yo lleve mi barco es asunto mío. – Ahora yo hacía énfasis en el “su” – Capitán, usted no entiende como funciona el mundo en el continente, lo que este viaje le hará a Agatha arruinará su reputación – Valenzuela frotaba sus manos, nervioso – O alzará su carrera con las prótesis y la hará triunfar en lo que a ella le gusta – Mi tono sonó y mi rostro se mostraron implacables – Lamento no tener más tiempo para atenderlo, pero creo que ya no tenemos más de que hablar. Le recomiendo que vaya a disuadir a su prometida en lugar de estar a sus espaldas intentando sabotear sus negocios – Mientras terminaba la frase abrí suavemente la puerta en una clara invitación a que se retirara. Una nueva reverencia abanicó el enorme sombrero de copa y se alejó a paso rápido. Una sonrisa se acercaba a mi rostro mientras me cuestionaba el por qué la señorita Martínez estuviera comprometida con alguien que se veía tan distinto a ella.


Continuará...

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