Escuché los caballos, nunca me
había sentido más feliz de sentir las herraduras chocando en los adoquines. Se
notó que él también los sintió porque de inmediato se levantó de la cama y se
asomó por la ventana. -Rayos- Pude escuchar que espetaba mientras se colocaba
pantalones y se acercaba a abrir la puerta central -Caballeros, ¿en qué puedo
ayudarlos? – comencé a mover mis manos intentando zafarme de la silla, pero era
inútil…como pude comencé a acercarme a la cama para intentar desamarrar a la
señorita cuando los escuché, eran ellos, Eduardo y el Capitán – Sabemos que
están acá, no venimos a rescatarlas, venimos a unirnos a ti. No creo que hayan
muchas mujeres disponibles y podemos hacer turnos- No podía creerlo, seguí
avanzando, desesperada por lo que se veía. – Tranquilo, nos iremos ahora, sólo
queríamos que consideraras compartir- Escuché como se cerraba la puerta
nuevamente y cómo los caballos se alejaban nuevamente. En mi desesperación por
llegar a Agatha mi silla trastabilló haciéndome caer. Mi cabeza golpeó de
costado contra el suelo. Lo sentí correr, subir la escalera desesperado – No,
no, no- Con una fuerza tremenda agarró la silla y la puso derecha – Ya llegará
tu turno, me gusta que estés ansiosa – Su mano acarició su entrepierna- Pero
voy a comenzar por el plato fuerte, ya sabes que uno pocas veces tiene la
oportunidad de tirarse a los de su clase – Las lágrimas comenzaron a humedecer
mis mejillas. Lo veía acercarse a la señorita, me sentía inútil. De pronto los
vi, en la puerta asomados como una silueta fantasmagórica. Fui a gritar, pero
me hicieron un gesto que interpreté como ayuda, por lo mismo decidí distraerlo
para que no los viera – Eres asqueroso, nunca nadie puso sus ojos en ti y ahora
no es la excepción, lo harás con una mujer inconsciente porque sabes que te
despreciaría si estuviera despierta- Lo había conseguido, se acercó rápidamente
a mi y me abofeteó tan fuerte que mi oído se taponeó. Iba a golpearme por
segunda vez cuando el Capitán tomó si mano impidiéndole el camino. Lo giró para
enterrarle de frente una daga. Eduardo se me acercó y comenzó a desamarrarme,
en cuanto estuve libre lo abracé. El capitán fue a revisar a la señorita que
seguía inconsciente. En cuanto a Raúl, mientras agonizaba en el suelo no dejó
de repetir la palabra madre
-Eduardo, ayúdame a sacar a este
rufián de acá- El chico asintió y tras envolverlo en un edredón lo sacaron de
la habitación. Me acerqué a Agatha quien seguía en un apacible sueño. Vi la
mancha en el suelo y pensé en limpiarla, saqué la funda de una almohada y
comencé a tallar el piso, no quería que viera la mancha de sangre cuando
despertara. De pronto sentí otras manos tras de mí, eran las de Eduardo quien
tiernamente me levantó -Deja eso…cambiaremos a la señorita Martínez a otra
habitación y esta la cerraremos…deja eso, no tienes que limpiar- Lo que sucedió
a continuación sigue confuso, recuerdo que me levantó en brazos, recuerdo que me
cobijó en una cama y lo recuerdo en un sillón, cantando una canción de cuna y recuerdo
haber llorado hasta dormirme…
Continuará
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