Por Sina de la Fiol
-Cuando
acepté nuestro compromiso no me estaba apuntando a esto, el lugar de una mujer es
junto a su marido, ¿Qué crees que van a decir de nosotros? si te embarcas y
pasas meses lejos y para peor rodeada de hombres- Se podía ver como la vena del
cuello del señorito Valenzuela se agrandaba con cada frase, los ojos de Agatha
refulgían, fue a abrir la boca cuando su padre intervino. -Usted aceptó este
compromiso por los problemas monetarios que tiene su familia, es cierto que su
apellido esta bien considerado, pero sus arcas dicen otra cosa. - La mano del patriarca
se posó en el hombro de su hija haciendo que su señora pusiera una mueca de
horror y comenzara a abanicarse más fuerte – Agatha tiene su propio trabajo,
ella incluso ha aportado a aumentar las ganancias de esta familia con las
prótesis que ha creado, no esperes que ella se quede en casa bordando mientras
tu manejas los negocios familiares, ella hace sus propios negocios, ahora si
esto es algo que tu no puedas manejar, es mejor que te busques una mujer de
adorno – Pude ver como los ojos del señor se posaban en su esposa, quien tras
cruzar miradas con su marido dejó de golpe el abanico en la mesita de café y se alejó de la habitación. Tenía miedo de
que me pidiera que la acompañara, pero al parecer estaba tan molesta que olvidó
a la servidumbre. La boca del señorito se abrió y cerró un par de veces pero,
no salió nada de ella. – Si te preocupa que vaya sola, podemos pedirle a una de
las muchachas que la acompañe, a no ser que seas tu quien cumpla ese deber- Una
sonrisa se cruzó en los labios al ver como el joven solamente bajaba la mirada.
-Perfecto, entonces no hay más que conversar acá, Agatha termina de empacar lo
que necesites, Elisa ayúdala y haz lo mismo, si está bien para ti, acompañarás
a la señorita- Sus ojos me miraron fijo y asentí. Agatha me sonrió e hizo un
gesto para que saliéramos del estudio, una vez fuera me abrazó – Iremos en
nuestra propia aventura, al fin serás la exploradora que tanto has leído- Sus
manos acariciaron las mías durante unos momentos y luego las soltó para correr
a su habitación, quedaba un día y medio para empacar y no había tiempo que
perder.
Continuará...
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