Gracias a su naturaleza curiosa y creativa, el ser humano ha desarrollado inventos y/o descubrimientos que han modificado su vida a lo largo del tiempo y
revolucionado su futuro. Los primeros tenían relación directa con la forma en
que se comunicaba con la naturaleza y la cotidianidad, por lo que estos fueron
indudablemente de tipo práctico. Sin
embargo, una vez dominado el entorno, su espectro imaginario fue más allá de control
de los ríos o el ganado, y se centro en generar bienestar común o satisfacer su
curiosidad, por ejemplo: la astronomía y
la imprenta se desarrollaron por el sigo IV cambiando la forma en que se
concebía el mundo y la información, el acceso a la educación. Y hacía el siglo
XVII nos encontramos con uno de los inventos que revolucionaron el transporte y
las maquinarias, la creación de James Watt: ¡la máquina a vapor!
Maquina de vapor de Watt (1767)
Pero fue entre los siglos XVIII-XIX que se
desarrolló la percepción que hoy se tiene de la ciencia y la tecnología. La humanidad, entonces, estaba hambrienta de
fama, aventura y creación. Por lo que, no es extraño que entre los años 1800-1900 se levantaran voces
desde Chile, gritando con euforia el
nacimiento de sus propias invenciones, algunas de ellas incluso alcanzando fama
internacional.
El Steampunk, además de obtener la
estética neo-victoriana de esta época, podría fácilmente alimentarse de la gran
cantidad de personajes y relatos del imaginario histórico. Perfectamente,
podríamos mirar hacia atrás e inspirarnos en elementos que van más allá del
estereotipado engranaje y las reutilizadas lámparas de gas. Es por esto, que reflexionando
acerca de las líneas de investigación que queremos desarrollar como colectivo,
Cetáceo Negro, ha decidido no solo centrarse en la estética literaria que rescata
lo victoriano sino que tomar en cuenta la forma en que Chile vivió este momento histórico,
realizando un trabajo similar al que hacen los colectivos en E.E.U.U rescatando
el Wild West, en México la revolución Mexicana, en India la cultura y tradición, o en Japón su estética particular.
Por lo tanto, creímos necesario voltear
a propias raíces y descubrir las
riquezas que entrega Chile.