POR MAURICIO RÀIZ
Memoria
La
fragilidad era un concepto que nunca había formado parte de la existencia de
Luna. No es que ella cayera en el estereotipo de una mujer dura y soberbia, si
no que se hacía bastante difícil para el resto el remecer sus emociones.
Desde pequeña las asperezas la habían
pulido al punto de ser inquebrantable y ya al final de su vida poco le quedaba
por lamentar. Su descendencia y la descendencia de sus viejos amigos ya lloraban
su inminente muerte. Sería recordada por todos como aquella que había desatado
la revolución carmesí, la que trajo la justicia y la equidad a una nación
podrida desde sus cimientos. Mas para ella ese título nunca le había
significado algo, era lo que debía hacer.
No
había nadie en su hogar en aquel momento, su hijo menor, que era el que la
cuidaba, había salido a comprar pan a un negocio cercano. De pronto despertó de
su letargo que llevaba semanas presente, una extraña fuerza se apoderó de su
cuerpo y le dejó levantarse. Observó sus manos. No recordaba que estuvieran tan
arrugadas ¿en qué momento había pasado si ayer era solo una niña? Fue hasta un
armario abandonado en la planta baja de su casa y comenzó a hurgar entre todos
los objetos ahí olvidados, hasta que dio con lo que buscaba. Era un secreto
para ella, ni su esposo ahora fallecido había sabido el origen de esa pierna
ortopédica de moderada calidad. La observó detenidamente y con lágrimas en los
ojos. Había muchas memorias que se habían resquebrajado, otras que se habían
roto y algunas que permanecían en lugares sin retorno producto de su
enfermedad, pero a pesar de aquello esa persona que la había acompañado en su
juventud nunca había sido alejada de ella. Volvió a envolver la prótesis en su
paño y la llevó consigo hasta su cama, aunque olvidó totalmente el desastre que
había dejado para encontrarla. Tomó un último vaso de agua, se recostó junto al
objeto envuelto y pensó:
—No me arrepiento de nada, amigo mío.
Había
cumplido su promesa, había reconstruido a la sociedad en homenaje a él, pero
por sobre eso había logrado reconstruir algo mucho más complejo, su propia
vida.