martes, 23 de enero de 2018

Steam Report: The Anubis Gates (1983)


Oficialmente, Cetáceo Negro da comienzo a su nuevo proyecto literario del 2018: ¡Steam Report!  

Un espacio de reseñas y análisis que pretende dar vida al principal objetivo del colectivo: acercar y difundir la literatura Steampunk a la comunidad. Por otro lado, también deseamos crear instancias de discusión y reflexión, donde aquellos que se inician en la lectura de esta narrativa encuentren los recursos que necesiten. 

En los últimos veinte años, el Steampunk ha sufrido a una serie de variaciones, sobre todo desde que comenzó a ser apropiada, reproducida y compartida desde/hacia los propios miembros de la comunidad. Y resulta necesario, al menos para nosotros como colectivo literario, revisar estas manifestaciones de manera constante.

Personalmente, durante nuestro trayecto de lecturas, hemos encontrado bifurcaciones que han cambiado nuestra manera de ver el Steampunk, y que pronto formaron parte de las bases que nos ayudarían a redefinir y comprender los bordes de este enorme universo de posibilidades. 

Por lo mismo, decidimos abrir el ciclo con The Anubis Gates (1983) de Tim Power, obra ganadora del Premio Philip K. Dick (1983) y Premio Apollo (1987), y una de las primeras referencias de la estética. 
¡Disfrútenla!
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Reseña: Brendan Doyle, un desconocido especialista en poesía inglesa del siglo XIX, es contratado por un excéntrico millonario para servir como guía de un grupo de turistas privilegiados en un viaje temporal. Debido a una serie de eventos desafortunados, Doyle queda atrapado en el pasado, y debe enfrentarse a la dura vida del 1800, a una guerra entre bandas de mendigos, golpes de estado, agujeros temporales y grandes cantidades de magia. Intentando sobrevivir, se aferra a sus conocimientos literarios de la época y busca desesperadamente al poeta William Ashbless,  de quién descubrirá cosas que jamás podría haber imaginado.  

Título: The Anubis Gates 
Autor: Tim Power
Año: 1983
Editorial: Ace Book 


Anubis Gates: La clase de Steampunk que no imaginamos desde la estética actual. 


"Ningún hombre puede bañarse dos veces en el mismo río, pues a la segunda vez el río ya no es el mismo, como tampoco lo es el hombre." Heraclito 


Citando a Heraclito y dando una pista clave sobre la evolución de Brendan Doyle (protagonista) comienza The Anubis Gates. Cada una de las citas que inician los quince capítulos del libro, el Prólogo y el Epilogo señalan de alguna manera el punto central de los apartados.  Esta es una dinámica común  para mantener al lector creando relaciones entre los elementos de un relato (cosa que debemos realizar desde el principio en la obra de Power para comprender el texto).

Honestamente, la historia parece bastante clara desde las primeras páginas. A medida que avanzamos, se reconoce rápidamente una trama más o menos definida: Un grupo de magos y hechiceros provenientes de Egipto intenta abrir un portal para traer de vuelta a sus antiguos Dioses, y, a su vez, planean derrocar el imperio inglés, liberar a las naciones y convertirse en los hombres más poderosos del planeta. Pero, ni a dos capítulos de lectura, esta pega dos o tres giros inesperados, y luego otro, y otro; hasta que ya no sabemos si nos encontramos siguiendo a Brendan Doyle, el académico norteamericano experto en literatura inglesa contratado en el 1983 para dar una conferencia y saltar en el tiempo; a Jacky, un mendigo sospechosamente culto, que está en busca de venganza; a los miembros de una organización mágica del 1700 o a un payaso que dirige una banda de mendigos, y que oculta el mismo infierno en sus catacumbas.

La narración corre a toda velocidad, y antes de comprender qué sucede, esta sigue explotando en todas direcciones como fuegos artificiales. Demasiado rápido y colorido, no terminamos de ver una historia, conocer a un espacio o personaje, y nuestra mirada gira a otra dirección para encontrarnos con la/el siguiente.

Es un poco abrumador.

De la misma manera, aunque el contexto gira en torno al 1800, la obra se mueve en saltos temporales hacia el pasado y el futuro, abriendo espacios para la aparición y el desarrollo de diferentes personajes. Por un lado rescato a Doyle, su protagonista, que no parece al inicio capaz o interesante. Demasiado remilgado, resignado y aburrido, se adapta, no sin dificultad, a los papeles que debe interpretar para sobrevivir. Cambio que resulta coherente gracias al transcurso temporal de la historia. Y, por otro, Elizabeth Jacqueline Tichy- Jacky el joven mendigo-  quién es uno de mis personajes secundarios favoritos. Es terca, inteligente e increíblemente astuta. Salva en varias ocasiones y de diversas maneras a Doyle, y cambia, a fuerza de voluntad, los funestos destinos de ambos personajes (y de otros) durante sus apariciones.

La verdad, aunque la narración es un revoltijo de saltos y cambios, cada pieza encaja y establece una enorme e increíble historia coherente. Sin embargo, y por mucho que disfruté su lectura, en ciertos puntos uno queda insatisfecho. Por ejemplo, se dan a conocer conflictos políticos que influyen en el desarrollo del mundo narrativo, pero que no son abordados. La pincelada a la cultura de Egipto es demasiado superficial, casi exótica, que se presenta con la misma nitidez de un flash cegador, aún cuando Doyle pasa más de seis meses en el territorio. Como si fuese prescindible. De igual forma, Lord Byron parece un personaje clave, uno que resolverá cabos sueltos de su propia incertidumbre histórica, pero su trama queda suspendida, transformándose casi en un adorno. Lo mismo con Coleridge, involucrado tanto en el trasfondo al final de la trama, incluso volviéndose los ojos del lector, y olvidado demasiado pronto, convertido en una mera anécdota.

Es obvio, hasta este punto, que el texto es todo acción y personajes, provocando que su lectura sea rápida y dinámica, pero que, al mismo tiempo, ofrece esta pequeña falta de profundidad. A veces, es una buena técnica dejar a los lectores con ganas de más, de investigar; pero siento que se abusa un poco de ese recurso en The Anubis Gates.

Por otro lado, esta obra es una de las primeras bases del Steampunk como tal, y es increíblemente diferente a cómo imaginamos la estética en estos días. Cuando comenté las características de The Anubis Gates con algunos miembros de la comunidad, rápidamente cuestionaron si era Steampunk. Dónde estaba la tecnofantasía, la tecnología, pero, sobre todo, dónde estaba lo neovictoriano retrofuturista que hoy se ve reflejado de tantas maneras en la estética visual. La obra de Tim Power no es nada como la Liga de caballeros extraordinarios (1999), Wild Wild West (1999), Girls Genius (2008), Luces del Norte (1995), o cualquier otra referencia visual parecida. Todos los elementos que parecen propios del Steampunk se dan sutilmente en otras áreas, como: los conflictos lingüísticos de Elizabeth Tichy,  que zigzaguea entre modismos del periodo de Power y el lenguaje propio de la época que trata de evocar. En Doyle. Todos ellos son sutiles, pero existen.  

De igual manera, con esta obra comprendí lo que Mike Perschon mencionaba acerca de algunas de las primeras novelas o cuentos Steampunk: no había casi tecnología. No había desarrollo tecnológico en absoluto en The Anubis Gates. Algo de tecnofantasía a finales del siglo XX, pero no como muchos nos imaginamos el Steampunk. Es magia, todo lo que rodea la obra es pura y llanamente magia: los agujeros en el tiempo, los poderes de Horrabin y Romanelli, la habilidad de Cara de perro Joe (Fikee), los experimentos monstruosos ocultos bajo el Castillo de las Ratas, los Ka o las brujas. Es magia, magia y más magia en un perfectamente normal 1810.

Tampoco hay ninguna situación de contrapolítica que rescate del texto (porque aquellos que se rebelan contra el imperio son los "villanos", el orden "natural" se mantiene), no hay punk como contracultura, como movimiento político o como evocación nostálgica. Es una novela de aventuras.  Sin embargo, cómo podría esto afectar su categoría dentro de la estética cuando aún existe una discusión latente que relega la importancia del punk del Steampunk a un plano más bien simbólico. Aquí mismo en el blog, no han llamado los diferentes autores de la comunidad a agregar más punk al Steampunk. Perschon menciona que los términos no son excluyentes entre sí. El Steampunk juega con el universo de posibilidades, siempre que haya retrofuturismo/esencia victoriana/ tecnofantasía (no necesariamente juntas) entonces puede considerarse Steampunk (Además de toda la inclinación posmoderna). 

Por lo que, aun cuando se dice que no se aprecia demasiado claro el retrofuturismo (recordando que el retrofuturismo se caracteriza por una "añoranza del pasado desde una mirada actual"), comprendí que esta creencia se sostenía porque estamos  acostumbrados a que su representación sea visual,  muchas veces en el estilo o la tecnología -como mucho, algunos me han mencionado el retrofuturismo en las costumbres y la política, pero son escasos-. Pues en The Anubis Gates el retrofuturismo es Doyle. Brendan es anacronía en el 1810 y, al mismo tiempo, el retrofuturismo. Él es la clave del futuro de un pasado que podría ser. Incluso se pregunta a sí mismo “qué pasaría sí yo…." Brendan nunca responde,  deja abierta la interrogante hasta en su casi inesperado final....

Tal vez, The Anubis Gates no es tan Steampunk como a algunos les gustaría, pero no se puede negar que la obra de Tim Power fue definitivamente un escalón a la recuperación estética de la época, y la adición de la magia en las narrativas posteriores. Es un pastiche de elementos igual que el Steampunk, demasiado enredado de abordar de manera tajante.

Finalmente, dejando a un lado el análisis, es una obra realmente recomendable. Una mezcla increíble entre aventura, lo cómico, lo trágico y lo horroroso. Un laberinto narrativo al que definitivamente invito a sumergirse.

¡Se los juro, no se arrepentirán!


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